La excelencia y el prestigio de la uva de Los Palacios

Mucho y bien se habla del tomate autóctono de Los Palacios y Villafranca, gozando dicho fruto de gran reputación y fama en todo el país e incluso más allá de nuestras fronteras. No es un caso aislado. Por diferentes razones —existen varias versiones al respecto— la tierra que ocupa el término de este municipio sevillano ofrece desde tiempo inmemorial frutas y hortalizas de altísima calidad.

Así explica este fenómeno Antonio Amador, gerente de Chronofruit, sociedad que produce cada temporada más de un millón de kilos de diferentes variedades de uva de mesa en las 25 hectáreas de su propiedad ubicadas en Los Palacios: «Vivimos en la depresión del Bajo Guadalquivir prácticamente al nivel del mar, y presumiblemente por las corrientes de aire que se forman aquí, tenemos unas puntas de temperatura bastante altas que favorecen al cultivo. Además, en invierno también tenemos las suficientes horas de frío que éste necesita. Gracias a esas condiciones ideales, el dulzor de la planta no tiene nada que ver con las mismas variedades sembradas en otras zonas».

Y es que aun siendo el ya mencionado «bombón colorao» el principal exponente de las bondades de la rica huerta palaciega, lo cierto es que frutas como la uva brotada de este campo gracias a la buena gestión de empresas como Chronofruit, no le van a la zaga en cuanto a calidad, sabor y prestigio.

La uva de Los Palacios no solo cuenta con una calidad mayor, también son las más tempranas de Europa. «Sembrando las mismas variedades, a la zona de Huelva, por ejemplo, le sacamos unos quince días, y a Murcia tranquilamente cuarenta (obviamente, sin invernadero). Esta precocidad es un enorme factor competitivo en el mercado», advierte Amador.

Pese a que Chronofruit fue creada hace apenas cuatro años por los hermanos Antonio, Margarita e Isabel Amador Jiménez, la empresa está perfectamente posicionada a nivel nacional e internacional. Sin ir más lejos, surte a importantes cadenas de supermercados como Mercadona. Del mismo modo, exportan de manera regular a países como Holanda, Portugal o Angola.

Esta rápida e inusual solidez obtenida en tan poco tiempo se debe en parte a que se trata de la tercera generación de empresarios hortofrutícolas, y a la experiencia adquirida durante muchos años en la importante empresa de su padre Santiago Amador, que fue durante una década la que importaba más judías verdes a España —lo hacía desde Marruecos, donde tenía cien hectáreas en las que trabajaban mil doscientas personas—. Aunque Santiago está jubilado hace un par de años, sigue transmitiendo sus conocimientos del campo y asesorando a la empresa de sus hijos.

Proceso selectivo

Los tres hermanos comenzaron esta nueva aventura empresarial en 2013 con unos números humildes, sembrando solo cuatro hectáreas y recogiendo apenas 200.000 kilos de uva, pero bajo una premisa y unos parámetros de calidad innegociables: obtener un producto final insuperable gracias a un proceso metódico y cuidadoso. Desde la confección de la parra cuando aún es pequeña hasta el exquisito envasado del racimo en cajas de diseño italiano.

Cuentan con una cuadrilla permanente de cincuenta trabajadores que van rotando por las veinticinco hectáreas, de modo que la forma de cortar (diferente a la habitual) es siempre la misma. Asimismo, la caja donde se presenta la uva también es diferente, de tablilla sensiblemente más baja de lo normal para que se pueda identificar todo el género. La consecuencia de todas estas medias es la obtención de un producto completamente homogéneo. De este modo, el cliente no se lleva sorpresas desagradables.

«Implementamos un proceso muy selectivo, con un seguimiento racimo a racimo de al menos dos o tres veces, y como consecuencia casi el 40% de la producción de todas las variedades la tiramos al suelo. A cambio, la uva resultante que obtenemos goza de mucha más calidad en cuanto al calibre, la coloración y el sabor. Tenemos claro que la llave que te abre las puertas es la calidad», desvela Margarita, socia encargada del departamento comercial.

Una filosofía que ha tenido una gran acogida en el mercado, ya que en solo cuatro años han pasado a veinticinco hectáreas y casi han quintuplicado la producción, ganándose la confianza de los clientes más exigentes. «Mercadona, por ejemplo, es un cliente que exige mucho, pero siempre en aspectos que redundan en la calidad del producto, pero cuando tú confías en tu materia prima y estás convencido de estar haciendo las cosas bien, no hay problemas». No obstante, consideran que pese al éxito cosechado, ni mucho menos han tocado techo y estiman alcanzar las cincuenta hectáreas a medio plazo.

La innovación, seña de identidad

La uva es un cultivo tradicional que, para garantizar su supervivencia, necesita apostar por las nuevas tecnologías y adaptarse a las demandas de los nuevos consumidores que, cada vez más, optan por la fruta sin semillas. En este sentido, Chronofruit, que siempre procura estar a la vanguardia, ha apostado por una variedad denominada «autumn royal», una uva sin semilla y de forma oval que está conquistando a muchos clientes. Ésta se une al amplio abanico de variedades que ofrece la empresa palaciega: «black magic», «cardinal», «victoria», «palieri» y «red globe», siendo esta última la de mayor porcentaje de producción y la más tardía en vendimiarse.

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